 |
Casi, casi.
Tu argumento es formalmente débil (disculpa, hablando tendría mayor capacidad de matización): la religión no provoca muerte, son personas concretas las que la provocan. Al igual que se mata en nombre de la democracia, o de la justicia, o de la paz, o de la vida... y mata gente que dice estar profundamente convencida de sus ideas democráticas (Bush, Aznar...), justas (Pinochet, Videla...), pacíficas (Sharon, Blair...) o pro-vida (antiabortistas que devienen en asesinos de médicos...), y de ello no se deduce su descrédito.
Una muerte, cualquier muerte, debería ser (y yo digo que lo es) punible sólo como resultado de un juicio moral. Y ello no quiere decir que se derive una responsabilidad penal, excepto que sea doloso el acto del homicidio, o que la punibilidad sea un absoluto a-histórico.
Indico que sólo moralmente, independientemente de ser ateo o no, puedo decidir si una persona es "buena" o "mala". Es decir, sólo históricamente se puede definir que es ser bueno o malo...
La eutanasia activa no dolosa: homicidio "bueno", pero poco aceptable aún.
La eutanasia pasiva no dolosa: homicidio "bueno", bastante aceptado: la morfina, como específico en la medicina del dolor para enfermos terminales, acorta drásticamente la vida del paciente.
Tendremos que aclarar que es una eutanasia no dolosa.
Lo dicho: casi, casi. Creo entender que intentas decir, pero hay que ser mucho más estrictos en la composición de los argumentos.
Aunque no voy a exponer nada más, afirmo que la religión es fuente básica de males, pero no porqué se mate en nombre de ella, si no que afirmo que, y sin ánimo de demostrarlo hoy, intrínsecamente conlleva la negación de la alteridad, lo que provoca que su supervivencia sea a costa de las otras creencias.
Si tienes opción, lee en el periódico español "El Pais" de hoy el artículo de Felix de Azua "a buena gente"
|
|