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Es solo una opinión sin mayor trascendencia y sin ánimo de ofender a nadie. Bajemos a Cristo de la cruz, limpiémosle las heridas y dejémonos de procesiones y pamplinas. Una vez devueltos los tronos a las iglesias, seguiremos en la somnolencia acostumbrada. El que quiera seguir a Cristo pues muy bien, pero se trata de creer en nosotros mismos, reverdecer nuestra marchita dignidad y desenmascarar a los violentos y a los crueles. Con eso ya es bastante.
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